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martes, 13 de junio de 2017

LEGIONELLA





Qué es

La legionella o legionelosis es una enfermedad causada por la bacteria Legionella pneumophila que presenta fundamentalmente dos formas clínicas totalmente diferenciadas: por un lado la infección pulmonar o enfermedad de legionario, que se caracteriza por ser una neumonía con fiebre alta, y la forma conocida como fiebre de Pontiac, que se manifiesta como un síndrome febril agudo. Así, en lo que respecta a la gravedad de la enfermedad, esta puede ir desde una tos leve hasta una neumonía de carácter grave que cause la muerte provocada por una progresiva falta de aire en los pulmones, conmoción e insuficiencia multiorgánica.
Según la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad se localiza en todas las partes del mundo.

Causas

La infección por legionella puede ser adquirida fundamentalmente en dos grandes ámbitos: el comunitario y el hospitalario. En ambos casos, la enfermedad puede estar asociada a varios tipos de instalaciones y de edificios, y puede presentarse en forma de brotes/casos agrupados, casos relacionados y casos aislados o esporádicos.
En términos más generales, el contagio de esta enfermedad puede producirse por el contacto con el vapor de agua contaminado con bacterias o las mezclas de tierra para macetas. Este vapor infectado suele provenir, en el entorno del hogar o lugares que frecuentamos, de bañeras o de duchas calientes y de unidades de aire acondicionado en edificios grandes. Pero siempre se debe tener en cuenta que las bacterias no se transmiten de una persona a otra.
La más patógena de todas las bacterias que causa esta enfermedad es la especie L. pneumophila, que se puede encontrar en las aguas dulces de ambientes acuáticos naturales del mundo entero. No obstante, presentan un riesgo mucho mayor los sistemas acuáticos artificiales, que proporcionan entornos propicios para el crecimiento y la propagación de la bacteria.

Síntomas



Legionelosis es un término genérico que abarca las formas tanto neumónicas como no neumónicas de infección por Legionella.
  • La forma no neumónica o fiebre de Pontiac, es una enfermedad que se manifiesta con síntomas similares a los de la gripe y generalmente remite entre los dos y los cinco días. El periodo de incubación oscila entre unas pocas horas y un máximo de 48. Los síntomas principales son fiebre, escalofríos, cefalea, malestar general y dolor muscular (mialgia). No se conocen casos de muerte asociados a este tipo de infección.
     
  • La enfermedad del legionario tiene un periodo de incubación de dos a 10 días (aunque en algunos brotes recientes debidamente documentados se han registrado periodos de hasta 16 días). Los síntomas iniciales son fiebre, pérdida de apetito, cefalea, malestar general y letargo. Algunos pacientes también refieren dolor muscular, diarrea y confusión. Además, en los días iniciales se observa tos leve y hasta un 50 por ciento de los pacientes pueden presentar flemas. En una tercera parte de estos enfermos, estas pueden ser expectorantes con sangre.

Prevención

En ocasiones, instalaciones mal diseñadas, sin mantenimiento o con un mantenimiento inadecuado favorecen el estancamiento del agua y la acumulación de nutrientes de la bacteria (lodos, materia orgánica, material de corrosión y amebas) formado una biocapa, la cual, junto a una temperatura propicia y ausencia de desinfectantes, favorecen la multiplicación de la bacteria.
Por lo tanto, el objetivo es impedir la multiplicación de la legionella en las instalaciones hasta infectar al ser humano, manteniendo el agua bajo condiciones de salubridad y el control continuo de la misma.
En lugares exteriores:
  • Evitar estancamientos de agua, con un diseño adecuado de las instalaciones.
     
  • Eliminar o reducir la suciedad, siguiendo un programa de mantenimiento.
     
  • Impedir la proliferación y supervivencia de la bacteria en la instalación, mediante una desinfección continua de la misma y el control de la temperatura.
En el hogar:
  • En caso de emplear filtros en grifos, duchas u otros posibles elementos terminales de la red de distribución de agua, mantenerlos siempre muy limpios. Además, es aconsejable purgar una vez a la semana los grifos que apenas se utilicen.
     
  • Las alcachofas o difusores de la ducha, mejor si son de gotas gruesas.
     
  • Una vez al año, desinfectar todos los filtros o difusores. Por ejemplo, se pueden sumergir durante 30 minutos en un litro de agua al que se le añadan previamente diez gotas de lejía.
     
  • Los aparatos de aire acondicionado privados instalados en un domicilio particular no conllevan ningún riesgo de transmisión de legionella, porque en estos dispositivos no hay un circuito cerrado de agua, por lo que no existe la posibilidad de que la bacteria se multiplique.

Diagnóstico

En una legionelosis el diagnóstico se desarrolla a partir de los síntomas que el paciente puede presentar en una primera revisión y de la información adicional que facilite. La sospecha se plantea especialmente en caso de neumonía tras un viaje con estancia en hotel. Pero no puede tenerse una seguridad definitiva hasta que se tiene evidencia directa del germen patógeno. Para ello, se buscan determinadas proteínas en el análisis de orina que solo aparecen en caso de infección por legionella. También puede obtenerse una muestra de la faringe y del pulmón. El tipo de germen exacto podrá identificarse microscópicamente tras un cultivo.
Además de este diagnóstico, también existen otras opciones:
  • Gasometría arterial: extracción de sangre de una arteria para determinar la concentración de oxígeno.
     
  • Broncoscopia: observación del interior de los pulmones y las vías respiratorias.
     
  • Radiografía del tórax.
     
  • Conteo de glóbulos blancos: los glóbulos blancos, o leucocitos, ayudan a combatir infecciones.
     
  • Pruebas de la función hepática: para evaluar cómo está funcionando el hígado.
     
  • Exámenes y cultivos de esputo para identificar la bacteria legionella.

Tratamientos

Cuanto antes se empiece con el tratamiento, mejor. Lo primero que el médico hará será administrar antibióticos en un periodo de al menos 14 días y, en caso de los pacientes con defensas bajas, será de hasta tres semanas.
La penicilina es ineficaz contra el germen de la legionelosis (Legionella pneumophila). Además de la lucha contra el germen, es decir, el tratamiento contra la causa, también puede ser útil un tratamiento de los síntomas. En la fiebre de Pontiac no es necesario un tratamiento con antibióticos debido a su evolución leve. Por ello, generalmente solo se llevará a cabo un tratamiento para aliviar las molestias.
Otros tratamientos que también resultan efectivos e incluso complementarios de otros son:
  • Líquidos, a través de vena (fluidoterapia).
     
  • Oxígeno, el cual se administra a través de una máscara o un respirador.