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jueves, 27 de julio de 2017

BURSITIS

Qué es

La bursitis es la inflamación o irritación de unas bolsas llenas de líquido, llamadas bursas, que se localizan en algunos lugares donde hay puntos de roce, como los músculos, los tendones o los huesos.
La misión de estas bolsas es ayudar al movimiento de las articulaciones y evitar fricciones entre ellas.
Hay bursas por todo el cuerpo humano. De hecho, se calcula que existen más de 150, aunque la bursitis se manifiesta, sobre todo, en los hombros, rodillas, caderas, pelvis, codos, muñecas, dedos de los pies y talones, es decir, aquellas zonas donde el movimiento articular es más repetitivo diariamente.

Causas

Aunque en mucha ocasiones se desconocen los orígenes de la enfermedad, la causa principal de la bursitis es el uso excesivo de una articulación. La repetición diaria del mismo movimiento o realizar un sobreesfuerzo en las articulaciones puede provocar la aparición de la bursitis. De hecho, en algunas profesiones como en carpinteros, músicos o jardinero es habitual que se manifieste esta patología.
Además de la sobrecarga, la bursistis puede aparecer tras sufrir un traumatismo, tener una infección o como consecuencia de tener otras enfermedades, como gota o artritis reumatoide o infecciones.

Síntomas

La bursitis se caracteriza por el dolor y/o la incapacidad para realizar ciertos ejercicios o movimientos habituales en la vida diaria.
Los síntomas variarán dependiendo de la zona del cuerpo que esté afectada. Los más comunes son:
  • Dolor articular y sensibilidad al presionar la zona que rodea a la articulación.
  • Rigidez y dolor al mover las articulaciones con bursitis.
  • Enrojecimiento de la zona afectada, hinchazón y en algunos casos fiebre.

Tipos

Hay dos tipos de bursitis:

Aguda

La bursitis se detecta cuando la articulación afectada adquiere un color rojizo y cuando al tacto tiene una temperatura superior al resto del cuerpo. Es dolorosa y suele ser causa de una infección o gota.

Crónica

En testa caso, la bursitis puede ser el resultado de haber sufrido con antelación el tipo agudo. Otra de sus causas es que el paciente haya tenido alguna lesión previa en las articulaciones.
Si el motivo es la lesión, la bursitis se manifiesta con hinchazón y dolor y disminuye el movimiento habitual, provocando una atrofia muscular y debilidad motora. Este tipo de bursitis puede durar unos días o extenderse durante semanas. Normalmente es reincidente.

Diagnóstico

El primer paso para diagnosticar la enfermedad es la realización de un examen físico. A partir de éste, el médico será capaz de determinar el tipo de dolor que tiene el paciente, cuándo aparece y en qué zona se presenta, lo que facilitará que averigüe si se trata de una bursitis.
Si la bursa está inflamada, el médico puede sustraer una muestra de líquido del interior para conocer las causas de la hinchazón.

Tratamientos

En la mayoría de los casos la bursitis desaparece sin ningún tratamiento específico.
No obstante, el primer paso que debe dar el profesional se tiene que dirigir a reducir el dolor y la inflamación del paciente; en estos casos el médico puede prescribir antiinflamatorios, como el ibuprofeno o el naproxeno o corticosteroides, como la prednisona.
Si se trata de una bursitis aguda no infectada, el paciente deberá evitar sobreesfuerzos y aplicar frío en la zona afectada para ayudar a reducir la hinchazón. Además, en estos casos el especialista puede indicar la limitación de los movimientos.
El tratamiento de la bursitis crónica sin infección es similar al de la bursitis aguda, pero el reposo no suele tener efecto. En este caso hay que recurrir a métodos más agresivos como la fisioterapia intensiva o inyecciones de corticosteroides.
Si la bursa está infectada es necesario extraer el líquido acumulado y seguir un tratamiento con antibióticos.

Pronóstico

La evolución de la bursitis dependerá de cada persona y del tratamiento específico. Por este motivo, los expertos recomiendan acudir al especialista para que realice el seguimiento adecuado de la enfermedad.