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viernes, 7 de julio de 2017

LINFOMA


Qué es

Un linfoma es una proliferación maligna de linfocitos (células defensivas del sistema inmunitario), generalmente dentro de los nódulos o ganglios linfáticos, pero que a veces afecta también a otros tejidos como el hígado y el bazo. Dicho de otra forma, es un cáncer que se inicia en el tejido linfático. Durante el desarrollo de esta enfermedad se produce una merma en el funcionamiento del sistema inmunitario (las células encargadas de la defensa del organismo) que puede ser más severa cuanto más se haya diseminado la enfermedad. Además, si la médula ósea se ha visto afectada pueden producirse anemia u otros cambios en las células de la sangre.
El linfoma afecta a entre tres y seis personas por cada 100.000 habitantes cada año. La edad media en la que suele aparecer esta enfermedad es de 60 años.

Causas

Hasta la fecha se desconocen las causas que desencadenan un linfoma salvo algunos casos en los que asocia con una infección originada por bacterias como helicobacter pylori y borrelia o por virus como el Epstein-Barr (EBV) .
Los expertos asocian también el linfoma a factores como los tintes del cabello, los insecticidas y las radiaciones ionizantes, sin que se hayan podido extraer evidencias concluyentes.

Síntomas

Por regla general los linfomas, se presentan como ganglios linfáticos aumentados de tamaño que, cuando aparecen en zonas accesibles como el cuello, las axilas o la ingle se pueden palpar evidenciando su tamaño aumentado. Estos bultos (adenopatías) no suelen son dolorosos. Cuando aparecen en zonas menos accesibles (abdomen, mediastino, etcétera) pueden pasar desapercibidos, por lo que el diagnóstico es más difícil y sólo se consigue cuando aparecen otros síntomas que obligan a realizar estudios más exhaustivos. Estos síntomas pueden ser fiebre superior a los 38 grados, sudoración nocturna profusa hasta llegar a empapar la ropa y pérdida inexplicable de peso (superior al 10 por ciento en seis meses).
Asimismo, los pacientes pueden experimentar otras manifestaciones locales como adenopatías periféricas o agrandamiento del bazo, lo que se conoce como esplenomegalia

Prevención

No existe ningún modo de prevenir el desarrollo de un linfoma. Los expertos coinciden en destacar en que llevar un estilo de vida saludable podría reducir el riesgo de presentar este tipo de cáncer, aunque no se ha podido establecer una relación directa. En general, los especialistas recomiendan evitar la obesidad, el tabaquismo y los factores de riesgo cardiovascular, si bien no tanto porque estos factores puedan prevenir la aparición de un linfoma, sino porque, en caso de desarrollarlo, un paciente sin coormobilidades tiene más posibilidad de éxito de superar un tratamiento tan agresivo como la quimioterapia.

Tipos

El tratamiento de un linfoma depende de los siguientes factores: el pronóstico, la edad y el estado general del paciente, la respuesta al tratamiento de rescate y la filosofía de cada centro.
Existen dos tipos principales de linfoma. El linfoma de Hodgkin o enfermedad de Hodgkin. Todos los demás tipos de linfoma se denominan linfomas no Hodgkin. Una vez determinado el tipo de linfoma, éste se clasifica según su pronóstico (probabilidad de recuperación) por grados: bajo, intermedio y alto. Sin embargo, un sistema más nuevo, denominado sistema REAL, divide los tipos de linfoma de acuerdo con su comportamiento clínico en tres categorías: indolente, agresivo y altamente agresivo:

  • Los linfomas indolentes tienden a crecer de forma lenta. Aun sin ningún tratamiento, los pacientes con este tipo de linfoma con frecuencia viven muchos años sin presentar problemas a causa de la enfermedad. Para algunos de estos pacientes, no se recomienda ningún tratamiento hasta que se desarrollen síntomas.
     
  • Los linfomas agresivos y altamente agresivos crecen más rápidamente. Sin tratamiento, la esperanza de vida de estos pacientes es de semanas o meses. Afortunadamente, la mayoría de los linfomas agresivos y altamente agresivos responden bien a la quimioterapia y muchos de ellos se curan.

Diagnóstico

Para diagnosticar un linfoma se procede a la exploración de las adenopatías y a la realización de una biopsia ganglionar. Esta prueba se efectúa por medio de la punción del ganglio aparentemente afectado para extraer y analizar una muestra de tejido. 
En función de los resultados de la biopsia y de la historia clínica del paciente, el especialista podría indicar también otras pruebas diagnósticas como un análisis de sangre que incluya hemograma y perfil bioquímico, serologías (hepatitis y sida), radiografía de tórax y/o TAC de cuello, tórax, abdomen y pelvis. Además, es posible que también se recomiende una tomografía por emisión de positrones (PET) o una biopsia de médula ósea.
Los resultados obtenidos de estas pruebas permitirán al hematólogo determinar qué tipo de linfoma presenta el paciente y cuál es el tratamiento más indicado en cada caso. Determinar la etapa en la que se encuentra la enfermedad es clave para ello. El sistema Ann-Arbor diferencia cuatro estadios diferentes de la enfermedad:
  • Estadio I: El linfoma afecta a un único territorio ganglionar o a una sola localización extralinfoide.
  • Estadio II: Se encuentran afectadas dos o más territorios ganglionares o estructuras linfoides en el mismo lado del diafragma.
  • Estadio III: El paciente presenta afección de territorios ganglionares o estructuras linfoides a ambos lados del diafragma.
  • Estadio IV: Es el más grave. El paciente muestra una afección diseminada de una o más localizaciones extralinfáticas (hígado, piel, médula ósea, etcétera), con o sin afección ganglionar.

Tratamientos

Es muy importante realizar un diagnóstico preciso y un buen estudio de extensión de la enfermedad, que permitan tener todos los datos necesarios para decidir el tratamiento más adecuado. En la actualidad, el conocimiento de los linfomas es cada vez mayor, así como la investigación con nuevas moléculas y otras modalidades terapéuticasque ofrecen expectativas alentadoras.
Estos son los tratamientos más empleados:
  • Agentes alquilantes: atacan directamente al ADN para evitar la reproducción de las células cancerosas.
  • Rituximab: es un tipo de anticuerpo monoclonal indicado para Linfoma No Hodgkin de células B de novo o en recaída, leucemia linfocítica crónica-B y mieloma múltiple, entre otras patologías.
  • Quimioterapia convencional.
  • Radio - Quimioterapia.
  • Trasplante hematopoyético.
Una vez concluido el tratamiento, pueden darse tres escenarios:
  • El paciente es refractario: el tratamiento no funciona y el enfermo debe pasar a un tratamiento de rescate.
  • Se produce una respuesta parcial al tratamiento.
  • El paciente presenta una respuesta total al tratamiento.

Pronóstico

En términos generales, el 60 por ciento de los linfomas se cura, si bien el pronóstico depende de una serie de factores como la edad y el estado general del paciente, el estadio en que se encuentre la patología en el momento del diagnóstico y, especialmente, el tipo de linfoma del que se trate.
  • El linfoma folicular es incurable mediante terapia pero evoluciona de forma muy lenta (es indolente); la esperanza media de vida en estos pacientes es de 16 años desde el momento de la detección.
  • El linfoma de Burkitt se cura con quimioterapia en el 80 por ciento de los casos.
  • El linfoma de Hodgkin responde positivamente al tratamiento con quimioterapia y radioterapia el 80 por ciento de las veces.
  • El linfoma HALT, causado por una bacteria que afecta a la mucosa del estómago, se cura de forma sencilla con antibióticos.
  • El linfoma del manto es el que peor pronóstico presenta y no puede curarse salvo que el paciente se someta a un trasplante.

Otros datos

Recomendaciones para los pacientes

De acuerdo con los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la prevalencia de malnutrición en pacientes oncológicos oscila entre el 15 y el 40 por ciento en el momento del diagnóstico de cáncer y aumenta hasta un 80 por ciento en los casos de enfermedad avanzada, si bien hay variaciones en función del estadio de la patología y del tipo de tumor. Si mantener una dieta equilibrada es aconsejable para cualquier persona, lo es todavía más en el caso del paciente oncológico. Según las recomendaciones del SEOM, entre el 55 y el 65 por ciento de los alimentos deben ser carbohidratos, el 15 por ciento proteínas y las grasas deben limitarse a un 30 por ciento. 
La práctica regular de ejercicio una media de tres a cinco veces por semana es otro factor a tener en cuenta. Realizar una actividad física regular reporta beneficios para la salud general y también para las defensas inmunológicas frente al cáncer, tal y como recoge la SEOM. A pesar de los beneficios que puede ocasionar a gran parte de los pacientes, en ocasiones podría estar contraindicado, por lo que siempre es conveniente consultar con el especialista la posibilidad o no de realizar ejercicio y también el tipo de deporte más adecuado a cada caso.